Leemos en Discapacidad la siguiente noticia que os reproducimos de forma íntegra:
Los profesores con discapacidad tienen un impacto positivo en la creación de aulas inclusivas y son percibidos como agentes de cambio. Esta es la principal conclusión del informe Being a teacher with disabilities, de British Council en colaboración con la Universidad de Cambridge. Por tanto, la inclusión educativa empieza con los docentes.
Mar Garriga tiene 51 años y tiene acondroplasia ósea, lo que le provoca tener movilidad reducida. Tiene una discapacidad del 65%. Ella es una de las docentes que ha participado en este informe.
Mar fue administrativa durante dieciséis años. Cuando terminó sus estudios y llegó la hora de ir a la universidad prefirió no ir porque lo veía como algo “muy grande y muy lejos”. Estudió inglés y música (piano y clarinete) de manera oficial pero como una afición, no pensando en que podría dedicarse de manera profesional.
Avanzaba en sus estudios de música y surgió la posibilidad de hacer una sustitución como profesora. La experiencia le encantó. Mientras tanto, sus años como administrativa pesaban y sentía que aquello se le quedaba pequeño: había llegado el momento de ir a la universidad y estudiar Magisterio.
El informe recoge que los profesores con discapacidad se enfrentan a desafíos como barreras institucionales y estigmatización social. La realidad es que esos desafíos y estigmatización existen más allá de su vida como docentes. “Las miradas que ves en la calle, los comentarios que he tenido que sufrir. Yo soy bajita y ya está, pero me di cuenta de que si quiero cambiar el mundo ha de ser desde dentro y por eso decidí hacerlo a través de la educación”, explica Mar.
Es profesora desde 2010. Antes, a nivel profesional, ya había vivido esos desafíos y estigmatización. Antes de estudiar Magisterio intentó cambiar de trabajo como administrativo y fue imposible. Tras las entrevistas y el consabido ya te llamaremos, nunca la llamó nadie. Una vez que hizo Magisterio y pasó a ser trabajadora pública, su vida cambió. “Me alegré de ser un número porque gracias a eso me llamaron para mi primer trabajo para hacer una sustitución como profesora en un colegio. Lo hicieron sin saber mi condición, solo sabían que tenía la preparación adecuada para hacer el trabajo porque en las listas van corriendo los nombres hasta que te toca a ti y en la lista no aparece tu condición”, explica Mar.
Actualmente es profesora de inglés en infantil y primaria. Sus alumnos pueden ir desde los 3 a los 12 años. Siempre que ha llegado a un nuevo centro es consciente de que se produce un impacto. Por eso lo primero que dice es que quiere conocer a los padres antes de empezar el curso. “Así puedo presentarme, contarles y decirles también que sus hijos e hijas aprenderán conmigo algo más. Aprenderán sobre discapacidad y verán que personas como yo pueden hacer lo mismo que otras pero de distinta manera o con adaptaciones”.
Por regla general sus alumnos conviven muy bien con su discapacidad. Mar les habla sobre ella. También es verdad que ha vivido episodios de comentarios desafortunados. Sabe que es algo que puede pasar. “Cuando ha pasado algo así suele ser al principio, cuando todavía no nos conocemos mucho. Aguanto el tipo y luego les meto el sermón de la montaña”, dice con una sonrisa. “El sermón es decirles cosas como tú eres rubio, el otro tiene el pelo rizado, tú ya mides 1’60 y el otro es delgadito, ¿hay alguno de vosotros que sea igual a otro? ¿Y yo me río de ti por no ser igual que yo? Porque yo sea más bajita no tienes que reírte de mí. No soy pequeña, soy bajita”, dice sonriendo.
“Es verdad que a según qué edades cuesta un poco que lo entiendan, aunque integrar la discapacidad sí que la integran. Por ejemplo, te puede pasar que una alumna diga de aquí a un año podré llevar coche porque Mar lleva coche y es casi como yo de alta”, explica. Ahí a ella le toca explicarle que lo de conducir no es un tema de altura sino de edad. “Con los mayores hablo más de discapacidad, los pequeños en cambio, la integran directamente. Los pequeños lo suelen vivir como la Mar es así y punto”.
Su altura puede suponer un problema a la hora de imponer su autoridad como profesora. “Esto pasa sobre todo con los preadolescentes, que son más altos que yo. Cuando tengo que reñir a alguien le digo que se siente y así lo miro a los ojos. Ellos no suelen estar acostumbrados a alguien que les mire a los ojos”, cuenta Mar. “Es verdad que la autoridad no se gana a gritos ni solo con el físico, pero hasta que te van conociendo, agradezco también tener una voz potente para imponerme cuando hay caos en la clase”, cuenta. “Desarrollas tus propias estrategias, incluso hay veces que canto”, dice divertida.
Mar tiene también herramientas físicas para sus clases: un taburete para subirse o un puntero de un metro de largo con el que tocar la pantalla digital, por ejemplo. “Yo lo llamo mi varita mágica”, dice riéndose.
“He tenido alumnos con discapacidad y son mi debilidad”, cuenta. “A veces están apartados y yo les hablo a los demás sobre sus discapacidades. A lo mejor fulanito no puede hacer tal cosa, pero tiene otra habilidad. ¿Qué es ser normal?”, les pregunto.
La realidad es que entre Mar y sus alumnos se establece una relación especial por su condición física. “Me ven más cerca y es una relación más cómplice”, dice. “Además creo que les vengo bien porque tanto los alumnos como sus familias ven otros modelos, otros referentes. Que piensen: si ella ha llegado, yo puedo llegar igual o un poco más”. Mar recuerda a una persona como ella que acabó siendo profesor de universidad y que fue su inspiración. Al final cuando ella estaba en el colegio no había ni adaptaciones. Si te quejabas, señalaban la puerta. Esto es lo que hay y punto.
El paso final para estudiar Magisterio lo dio gracias a que en la Universidad Autónoma hay una unidad de atención al alumno con discapacidad. “Te acompañan. Fue la primera vez que alguien adaptó algo para mí”, recuerda. “Que yo sea profesora con discapacidad sirve para abrir las mentes de todos: docentes, equipos directivos y familias. A mí me habría gustado tener profesores con discapacidad. En el colegio había un profesor que iba con muletas. No me dio clase pero fue a la primera persona que me dirigí para preguntarle qué podía hacer para sacarme el carnet. Tú no tienes ni idea, pero la otra persona ya lo ha hecho y te ha abierto el camino”, cuenta.
“La enseñanza para mí es una manera de compartir lo que tengo. Mis dos pasiones son el inglés y la música. De lo que se trata es de hacer que sean sus pasiones también. Es una forma de crecer”, dice riéndose por el verbo que ha utilizado. “De crecer en el mayor sentido de la palabra. La educación es la base de todo. Una alumna me hizo un dibujo que me emocionó donde me decía si quieres, puedes llegar a la luna. Pensé, ella ha entendido el sentido”, concluye.
Fuente: Discapacidad https://www.20minutos.es/noticia/5646124/0/mar-garriga-que-yo-sea-profesora-con-discapacidad-sirve-para-abrir-las-mentes-todos/
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